terça-feira, 19 de maio de 2009

La gran escalada


Para Cátia Cylene,
mi bella y hermosa.

En la escuela de curso secundário, todo era como siempre, la misma rutina. El profesor Péricles Sotnas de un lado hablando a respeto de la importancia de las figuras del lenguaje (una revisión del contenido), los alumnos muy separados en la atención. Unos hablando sobre fútbol, otros reíndo no sé de qué. Aún habia los que dijeron algunos chistes. Pocos ponian más atención a las enseñansas del profesor.


Una clase como muchas otras que hay en nuestro país. Pero el profesor jamás cansaba de enseñar la literatura. Él sabia que algun escolar podría aprovechar alguna cosa para el vestibular y principalmente para su vida.

Alquél día la clase no fue como las otras. Pero sólo en comienzo. Las mismas palabras de saludos del profesor, la poesía inicial que él declamaba antes de empiezar la clase, algunos alumnos deciendo quien es mejor, el Grêmio o Internacional, otros haciendo bromas. Y sin olvidar que el profesor estava muy fatigado.

Después de la declamación de la poesía, el profesor Péricles Sotnas se quedó, mientras los alumnos hacian los ejercicios del textos y questiones del lenguaje. Su cabeza cae en despacito y lo duerme. Su sueno va se poniendo más profundo. Ahora los alumnos aprovechan para hacer las cosas que más le gustan: juegar cartas y hablar en sus movilis. Pero lo dejan en su descanso.


El profesor no está allí, queda solo su cuerpo bien pesado en su silla. Cada vez mas pesado lo duerme y empieza a la sudar. Va quedando, que no consigue irse arriba de la montaña. La montaña de su sueño.

Péricles sueña que escala la montaña. Es una montaña muy alta y extensa. El cumbre de la montaña está muy lejos. El profesor lucha con todas sus fuerzas para llegar a la parte más alta de la montaña. Una montaña conocida, donde los escaladores profeseonales subieron hasta allá y jamás retornaron. En esta lucha él siente ansiedad de llegar allá, lo más pronto posible. Pero, tiene una sensación de frenesí cuando pone las manos en la roca. Siente en sus manos una caliente sensación que va percorriendo todo su cuerpo. Es muy caliente subir a lo alto de esa montaña.

La montaña va tomando otra forma. Ya no es una montaña como todas las otras. La montaña ahora es una mujer desnuda. Una mujer de piel morena y de pequeños ojos negros. El profesor Péricles pone las manos en los pechos de la bella mujer y mira sus ojos. De pronto, Péricles se ve cada vez más pequeño, mientras la morena desnuda hecha cada vez mayor. Péricles va deslisando en la mujer-montaña-roca y desnuda. Ella lo mira, y su mirada le pone mucho más caliente que llega a lanzar un fuego y el fuego hace él cayer de la montaña.

El profesor Péricles volaba como un pájaro y sentia muy bien sus alas. Creía que era un pájaro y sentia esa libertad. Volaba más para arriba y hacia unas maniobras, y luego decía, adelante, abajo, con otras maniobras. Y bajaba, bajaba, bajaba y cuando se daba por cuenta no tenía más alas. Él era un pájaro. Pero, un pájaro sin alas. Y él sabia que la muerte estaba muy cerca. Y bajaba, bajaba, bajaba. Un pájaro libre al encuentro con la muerte.

Ahora Péricles no era más un pájaro, pero un hombre cayendo del cielo. Sin alas y sin paracaídas. Las sensaciones eran muchas: él respiraba con dificuldad, su corazón latió sordo y acelerado, su boca estaba sequía, la garganta contraeda, el estómago presionado contra las espaldas.


Un esbozo de felicidad. Él siente ajustada en su cuerpo las paracaídas. No es la hora de murir, piensa. Ahora la adrenalina quemada si hace sustituída por una sensación de placer. Péricles tiene un placer mayor cuando pone los pies en suelo. Los aplausos y saludos y felicitaciones llegan a sus oídos. Pero un ruido es más alto y fuerte para su aldición.

El profesor Péricles Sotnas desperta con la sirena. Es término de la clase de literatura. Ahora los alumnos salen reíndo. Él está con mucho sudor en su cuerpo. Él limpia su rostro con su pañuelo, recoge sus materiales, con una sensación muy rara y se va para el salón de los profesores.


El salón está muy silencioso. Ninguna persona por allí. Para su sorpresa, surge en su frente su pasión, la bella novia. Sí, su novia estaba allí. Ella le da un abrazo muy fuerte. Y él hace lo mismo, después el beso, un beso de cariño y va pasando de cariño para caliente y de caliente los dos no tienen más ningun control de la situación. Las manos percurrien las partes más íntimas. Péricles empieza a escalar nuevamente la montaña...

Um comentário:

  1. Muito legal seu conto.

    Pena que você não pode ler pra seus alunos. È picante demais pra eles, hehehehe.

    Parabéns,

    e continue escalando a montanha.

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